por Leonardo Balada
El Concierto Mágico, para guitarra y orquesta, escrito en 1997, representa una nueva dirección en mi catálogo de obras para la guitarra. Aquí, fuertes elementos y colores étnicos dominan, en oposición a la aproximación más abstracta de mis obras previas para guitarra. Su fuente es directamente los gitanos andaluces de Granada, con sus líneas modales, sus ritmos y atmósfera, su exoticismo y su drama.
Aunque apenas sé cómo sostener una guitarra, me las he ingeniado para componer un sustancial número de obras para este instrumento. Pienso que mi interés en la guitarra se despertó en el verano de 1960 mientras tomaba un curso de composición en Santiago de Compostela, esa vieja ciudad histórica del noroeste español. Allí entré en contacto con el gran maestro del instrumento, Andrés Segovia, y conocí a dos fenomenales guitarristas jóvenes, Narciso Yepes y John Williams. Ambos me pidieron componer para la guitarra. Mis composiciones para la guitarra incluyen otros tres conciertos para el instrumento–incluyendo uno para cuatro guitarras–así como un número de composiciones solistas y de cámara.
El primer concierto lo escribí en 1965 para Narciso Yepes. Esta obra pertenece a mi primer período estilístico, un período neoclásico con armonías y ritmos modernistas pero enraizado en la tradición. Persistencias – Sinfonía concertante para guitarra y orquesta también comisionada por Yepes (1972) y Concierto para cuatro guitarras y orquesta (1976) están dentro del segundo período, vanguardista.
Concierto mágico pertenece a un tercer período con su conjunción de técnicas modernas e ideas folclóricas. El primer movimiento (Sol) lleva sus sonoridades y pulsos rítmicos a través de connotaciones simbólicas. La orquesta a veces imita el pulso de las palmas gitanas durante la danza, con intenso carácter y precisión. En ciertos momentos la guitarra toma un carácter flamenco más que de guitarra clásica. Esta desviación de la identidad del instrumento es llevada más lejos en ciertos momentos cuando la orquesta, ella misma, se transforma en una guitarra gigantesca, un recurso que ocurre varias veces a través del concierto. El segundo movimiento (Luna) es como un lamento profundamente sentido. Los misterios de la noche se reflejan en las sonoridades celestiales de la orquesta, mientra que la guitarra flota libremente con tristes líneas melismáticas. El tercer movimiento (Duende) se desenvuelve en movimiento perpetuo, esencialmente en el ritmo de un zapateado, una danza de metro ternario. La música es obsesiva, y su impulso, permanente. Concierto mágico fue comisionado por las orquestas sinfónicas de Cincinatty y Hartford. Fue estrenado por la Cincinnati Symphony Orchestra el 13–14 de marzo de 1998 conducida por Jesús López-Cobos con el guitarrista Ángel Romero como solista.