por Timo Korhonen (en CD Ondine, ODE1091‑2)
Magnus Lindberg (n. 1958 en Helsinki) es uno de los compositores más importantes de su generación. Conocido por sus obras orquestales, Lindberg ha estado escribiendo música de cámara para guitarra desde el comienzo de su carrera. Mano a Mano (2004) es su primera obra para guitarra solista. Fue escrita como una comisión conjunta del Festival de Berlín y el Festival Musical de Turku. Aunque no hay influencias del tango en la obra, el título es una cita de Carlos Gardel, un maestro del tango argentino cuya música e interpretaciones son admiradas tanto por Lindberg como por el autor de este texto. La obra es utiliza el molde de la forma convencional de concierto en tres movimientos. El primer movimiento tiene dos exposiciones, cuyo material es variado por Lindberg en la sección de desarrollo, seguido de una coda. El segundo movimiento es un adagio beethoveniano, aderezado con secciones más rápidas. Entre el segundo y el tercer movimiento, el guitarrista debe improvisar una cadencia. El tercer movimiento está dividido en dos secciones: la primera es un scherzo come una macchina típico de Lindberg, que lleva a través de un floreo virtuosístico a una segunda sección más lenta, que recuerda material previamente presentado. Lindberg extrae sonidos aún más brillantes del instrumento, llevando la obra a un cierre en una culminación casi reminiscente del Poème de l’extase de Scriabin. En la coda final escuchamos el núcleo armónico de toda la obra: la yuxtaposición de la escala pentatónica formada por las cuerdas al aire de la guitarra (Re, Mi, Sol, La, Si) y la escala de Re bemol mayor que no contiene ninguna de estas alturas. La obra está construida sinfónicamente y su estructura armónica funciona como una chacona: una secuencia de siete acordes que se repite a lo largo de la obra. Sin embargo, el mayor impacto de la obra no lo produce la hazaña técnica de Lindberg. Mano a mano es un tributo poderoso a la vida humana y sus numerosas manifestaciones, «una fiesta hedonísitica de jugar constantemente con sonidos y sonoridades» (Helsingin Sanomat, Vesa Siren), donde las tradiciones de la música occidental han sido dominadas para celebrar el joie de vivre. Es una obra rejuvenecedora y optimista.