- Prèlude no. 1
- Prèlude no. 2
- Prèlude no. 3
- Prèlude no. 4
- Prèlude no. 5
Partitura: Cinq Prèludes (Ed. Zigante)
Cinq Prèludes
por Frédéric Zigante
Los Cinq Préludes, completados durante el verano de 1940, son lo último que Heitor Villa-Lobos compuso para guitarra sola. En contraste con sus otras dos colecciones, los Douze Études y la Suite populaire brésilienne, estos preludios fueron escritos en un período de tiempo muy corto; y salvando pequeños detalles, continuaron sin cambios aún años después cuando fueran publicados como una unidad por Éditions Max Eschig (1954). De acuerdo a los manuscritos autógrafos del compositor, el Prélude no. 3 fue compuesto en agosto de 1940, mientras que la fecha del Prélude no. 5 es septiembre de 1940. Tanto los manuscritos originales como su contraparte publicada llevan una dedicatoria a la compañera de Villa-Lobos, Arminda Neves de Almeida. Los Cinq Préludes marcan el retorno del compositor a la guitarra después de más de una década de abandono.
No sabemos por qué los escribió, pero su origen probablemente tenga algo que ver con sus encuentros con el guitarrista Andrés Segovia hacia fines de los años 1930. Segovia había buscado refugio de los horrores de la Guerra Civil Española (1936–1939) en Montevideo, donde concentró su actividad musical hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Su interés en las obras previas de Villa-Lobos es abundantemente claro en la detallada información que regularmente ofrecía en entrevistas y notas de programas. Un póster de 1939 de un concierto que probablemente haya dado en Argentina describe el Chôros No. 1 así: «Chôros (de un grupo de obras escritas para guitarra, doce de las quales estan dedicadas a A. Segovia)»
Durante sus años en Uruguay, Segovia hizo varios viajes a Brasil, donde le fue posible encontrarse con Villa-Lobos y reforzar aún más su vínculo. En una carta fechada 22 de Octubre de 1940 en Montevideo, a su amigo y compositor Manuel María Ponce, Segovia escribió:
Villa-Lobos […] vino a casa provisto de seis preludios para guitarra, dedicados por mí, y que unidos a los doce estudios anteriores, forman diez y seis obras. De ese crecido numero de composiciones no te exagero al decirte que la única que sirve es el estudio en mi mayor, que me oiste practicar ahi. Entre los dos de la ultima hornada, hay uno, que el propio intento tocar, de un aburrimiento mortal. Intenta imitar a Bach y a la tercera fase de una progresión descendente, de una regresión, por lo tanto – con que principia la obra, dan ganas de reir… No pude entonces resistir a la tentacion de darle a conoscer la suite en la menor que tu me escribiste…
Aún cuando no es posible determinar si Villa-Lobos, él mismo un hábil guitarrista, escribió los Cinq Préludes con Segovia específicamente en mente, la probabilidad de que Segovia los incluyera en su repertorio de concierto ciertamente debe haber tenido alguna influencia en su creación.
En la carta mencionada más arriba a Ponce, Segovia menciona «seis preludios», lo que ha encendido el debate sobre la supuesta existencia de un Sexto Preludio. De acuerdo a Turibio Santos, el concertista brasileño de guitarra y, desde 1986, director del Museu Villa-Lobos en Río de Janeiro, Villa-Lobos le comunicó de la existencia y eventual desaparición de esta pieza. En su libro, Santos reproduce una lista de las obras de Villa-Lobos para y con guitarra compilada por el musicólogo Herminio Bello de Carvalho, quien confirma esta afirmación y agrega que el pianista José Vieira Brandão aparentemente vio una copia de este Sexto Preludio: «Ha pouco tempo, o professor Vieira Brandão me pregou um susto, dizendo que tinha a impressäo de have-lo guardado. 0 sexto, o Maestro considerava, textualmente, ‘o mais bonito de todos.’ »
Estos testimonios, originados en su mayoría años después de la muerte de Villa-Lobos, son anecdóticos y carentes de documentación de cualquier tipo. Aún el más antiguo de ellos, la carta de Segovia a Ponce en 1940, difícilmente pueda probar la existencia del Sexto Preludio, dado que esta referencia a «seis preludios» está envuelta en otros dichos poco confiables, como la suma matemática de piezas (12 + 6 = ¡16!) y su afirmación completamente sin fundamento de que fueran dedicados a él.
Aunque los títulos supuestamente originales para los preludios individuales comenzó a circular en los años 1970, nos ha sido imposible conseguir una fuente primaria para ellos. Todo lo que puede ser establecido con certeza es que aparecieron algunos años más tarde en el libro de Turibio Santos citado más arriba. La fuente de Turibio Santos es algunas notas tomadas en 1958 de uno de los discursos públicos de Heitor Villa-Lobos. Los incluimos aquí ante la duda:
Prélude no. 1 – Homenagem ao sertanejo brasileiro – Melodia Lírica (Homenaje al habitante de serão brasileño – Melodía lírica)
Prélude no. 2 – Homenagem ao Malandro Carioca – Melodia Capadócía – Melodia Capoeira (Homenaje al vago carioca – Melodía Capadocia Melodía Capoeira)
Prélude no. 3 – Homenagem à Bach (Homenaje a Bach)
Prélude no. 4 – Homenagem ao Indio Brasileiro (Homenaje al indio brasileño)
Prélude no. 5 – Homenagem à Vida Social – “Aos rapazinhos e mocinhas fresquinhos que frequentam os concer– tos os teatros no Rio» (Homenaje a la vida social – «A los frescos chicos y chicas que frecuentan los conciertos y los teatros de Río»
A diferencia de los Douze Études, que fueron concebidos como una unidad colectiva, los Cinq Préludes son un ensamblaje heterogéneo de piezas individuales, cada una representando una aproximación original a un principio estilístico diferente. Así es que hemos podido reconocer una variedad de topos que fueron particularmente preferidos por Villa-Lobos: su reverencia por J. S. Bach en una verdadera Bachiana Brasileira en miniatura (Prélude no. 3); el romanticismo lírico de Fryderyk Chopin (Prélude no. 1 y la segunda parte del Prélude no. 5), tribal (Prélude no. 4), o inspirado en los obsesivos ritmos de capoeira, una antigua danza guerrera de origen africano (Prélude no. 2): cuya segunda sección imita a un berimbau, un instrumento de calabaza angolano que se ejecuta golpeando su única cuerda de metal con un palo. Los Cinq Préludes varían considerablemente también en estructura: tres de ellos (nos. 1, 2 y 4) siguen una forma tripartita ABA, pero uno (no. 3) tiene forma ABAB y el último (no. 5) tiene una más elaborada ABCA. Villa-Lobos no introdujo nuevas técnicas intrumentales en estos preludios, de esta manera están en perfecto balance entre el retrospectivo, decimonónico sabor de la Suite populaire bresilienne y la osada experimentación de los Douze Études.