por Miguel Alcázar (en “Obra completa para guitarra de Manuel M. Ponce”, México: Conaculta, 2000, 9–16)
Las obras para guitarra de Manuel M. Ponce fueron creadas durante un período de 25 años, el cual dio inicio en 1923 y concluyó en 1948, con su fallecimiento. A lo largo de estos años Ponce compuso seis sonatas, tres grupos de variaciones, dos suites, veinticuatro preludios en todas las tonalidades, un estudio, dos sonatinas, otros seis preludios, una sonata con acompañamiento de clavecín, un concierto con acompañamiento de orquesta y piezas varias.
Todo este material vino a enriquecer el repertorio guitarrístico de este siglo, estando marcado por una postura artística ecléctica, que abarca varios estilos. Así, las obras compuestas de 1923 a 1927 se caracterizan, algunas en mayor y otras en menor grado, por una influencia del impresionismo francés, con la excepción de las cinco canciones, transcritas por el mismo Ponce, y que llevan un sello muy mexicano. Esta etapa fue seguida por un período neoclásico de dos años, con la creación de dos sonatas, una de corte clásico y otra con influencia schubertiana, así como de una suite en estilo barroco, escrita apetición de Andrés Segovia. Esta tendencia es interrumpida por la composición de los 24 preludios y el estudio, entre el otoño de 1929 y la primavera de 1930, para después, en la última sonata, emplear un procedimiento que data de los inicios de la polifonía al usar, en los dos primeros tiempos, la melodía de una sonata de Paganini, a manera de cantus firmus, pero con un lenguaje cromático, dentro de la estética del romanticismo. La sonatina tiene una influe ncia española, requerida por Segovia, y en las variaciones sobre las Folías, una de las obras cimeras del siglo XX, aparecen varios estilos e influencias. Durante un año, a partir de diciembre de 1930, tenemos un retorno al estilo neoclásico con la creación de otra suite y varias piezas, todas en el estilo barroco para que, finalmente, a partir de 1932, con la sonatina escrita como homenaje a Tárrega, Ponce arribe a su último período, que se caracteriza por una influencia impresionista, pero con un mayor cromatismo.
En toda esta producción encontramos una preocupación por el aspecto formal, y así el acertado empleo de las grandes formas dentro de la música para guitarra, viene a convertir a Ponce en un verdadero innovador, puesto que antes o después de él, nadia había escrito seis sonatas para el instrumento, ni unas variaciones de la envergadura de las escritas sobre la Folía.
Segovia ejerció una gran influencia sobre Ponce y no es de extrañar, puesto que la figura del virtuoso siempre tuvo un carisma enorme durante la primera mitad de este siglo, y sus juicios resultaban irrefutables. Así, Ponce sucumbió a muchas de las sugerencias de Segovia y algunas veces, cuando no estaba de acuerdo, guardaba silencio o hacía los cambios sugeridos por el guitarrista español, pero no los incluía en sus manuscritos, quizá pensando en que algún día se tocarían como él los había imaginado. Habrá quienes opinen que el resultado final era mejor con la intervención de Segovia; sin embargo, su punto de vista de intérprete casi siempre estaba coloreado por el éxito rotundo que esperaba lograr y en ciertas ocasiones, las sutilezas debían transformarse en algo más sonoro y enfático para obtener el aplauso fácil del público, como los rasgueos que era afecto a añadir. Otras veces, los cambios eran para facilitar la ejecución rápida de algún pasaje, aunque en ocasiones la rapidez producía alteraciones en el ritmo, especialmente con la figura rítmica de octavo con punto y dieciseisavo, la cual, mientras más rápido se toca, menos se le puede dar el valor exacto, llegando a convertirse muchas veces, en un tresillo, o incluso en dos octavos desiguales.
Los tiempos anotados por Ponce por lo general no eran muy rápidos y el allegro casi siempre estaba matizado por la característica de moderato o non troppo, más la indicación de serioso, espressivo, piacevole, semplice, etc. Sin duda, esto era un reflejo de su personalidad, en la que predominaba la introversión y la reflexión, que daban lugar a un carácter tranquilo y mesurado que no necesitaba de manifestaciones expansivas para llamar la atención, cualidad que podemos encontrar en toda su música y que nos muestra un perfecto equilibrio, tanto de los afectos, como de la expresión y la reflexión. Todo esto se manifiesta en su música para guitarra, en la cual logró expresar lo que le cautivó la primera vez que escuchó a Segovia en su debut en México, y que nos comunica en la crítica publicada en El Universal del 6 de mayo de 1923:
Oír las notas de la guitarra tocada por Andrés Segovia es experimentar una sensación de intimidad y bienestar hogareño; es evocar remotas y suaves emociones envueltas en el misterioso encanto de las cosas pretéritas; es abrir el espíritu al ensueño y vivir unos momentos deliciosos en un ambiente de arte puro, que el gran artista español sabe crear.
La producción de Ponce abarca casi todas las formas musicales, y aun en sus composiciones para orquesta permanece esa atmósfera de introspección, intimidad y refinamiento que caracteriza la mayoría de sus obras. Su actividad no se limitó a la composición y fue también un brillante intérprete, poseedor de una sólida técnica pianística que perfeccionó y pulió con Martin Krause en Berlín, como lo indica la partitura de su concierto para piano y orquesta, así como las críticas de su estreno, que fue ejecutado por él mismo. También desarrolló una amplia labor didáctica como maestro de piano y composición, e igualmente fue director tanto del Conservatorio Nacional de Música, como de la entonces Facultad de Música de la Universidad. Otro de los aspectos importantes de su actividad fue su trabajo de investigación y recopilación de las diferentes manifestaciones de la música popular, así como la creación e inclusión de temas de este género en varias de sus composiciones, por lo que fue considerado como el iniciador del nacionalismo musical en México.
Sonatas
- Sonata mexicana (1925)
- Sonata II (1926)
- Sonata III (1927)
- Sonata clásica, Homenaje a Fernando Sor (1928)
- Sonata romántica, Homenaje a Schubert (1929)
- Sonata VI, «de Paganini», cuyo último movimiento se publicó por separado: (Andantino Variado) (1930)
- Sonatina meridional (1932)
Otras obras
- Thème varié et Finale (1926)
- 24 Preludios (1929)
- Diferencias sobre ‘La Folía’ de España y Fuga (1929)
- Suite en La menor (1929)
- Balleto (1931)
- Variaciones sobre un tema de Antonio de Cabezón (1948)
- Apéndice: Tres variaciones sobre Cabezón (1948)